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lunes, 25 de febrero de 2013

El legado de un pensador

Así que, cuando murió, no pudo dejarle dinero ni joyas a la humanidad, ya que vivió como murió; sin familia.
Pero lo que sí dejó fue las ropas y complementos con los que solía vestir y una carta, en ella decía:
—Para mis seguidores como mis enemigos, tanto para el más rico como el más pobre, mi herencia sigue siendo la misma. Cuanto menos pobre, estoy seguro de que solo aquellos con un espíritu fuerte podrán encontrar valor útil en aquello que os dejo:

·Mis viejas sandalias, aquellas que tanto cuidé y que tantos caminos me ayudaron a atravesar. Se las dejo a aquel que piense que ser yo tiene sus ventajas, para que al probárselas vea por sí mismo que el camino sigue siendo igual de inclinado, solo cambia el espíritu con el que lo afrontamos. Confío en que ayudarán a alguien a cambiar.

·Mi túnica, para que todo aquél que necesite consejo, empiece entendiendo que lo más importante para empezar es sentirse a gusto consigo mismo y que no hay nada que más reconforte que el calor de una persona que sientas cercana. Así pues, dejo mis cosas para el que las necesite, no para quien las quiera.

·Mis anillos, con el propósito de enseñar que cada vez que se deba controlar algo, ello debe ser manipulado con seguridad y firmeza. De lo contrario, podría acabar yéndose de las manos. Me propongo con ésto el ayudar a un mañana mejor.

·Mi colgante. El mismo, no es ninguna réplica barata comprada en un bazar ni una réplica exacta hecha con plata.
Para dejar claro que de la cabeza al corazón no hay mucho tramo para recorrer. El cordel tiene la medida exacta para que al poner un extremo en la frente, el otro caiga justo en el corazón. Si alguna vez esto no sucediese, quien sea debería empezar a llevar la cabeza siempre alta, porque ahí comienza el camino hacia la felicidad.

Por último, y no por ello menos importante:

·Mis gafas. Pretendo que sirvan para que quien se las ponga (y tenga la suerte de poder ver bien a través de ellas) se dé cuenta de los pequeños detalles, que son los que hacen la vida y los que producen los grandes cambios.

Todo ello quedará en vitrinas distintas, para que pueda apreciarse bien lo magnífico que nos parece algo de lejos y el valor que le restamos una vez lo tenemos. Confío en que cuidéis de ésto que os dejo.

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