Las lágrimas de los que más sufrieron cayeron al suelo y una sucia noche de Enero se congelaron formando cristales finos que acabaron siendo un espejo natural, en el cual permaneció ahí un par de semanas.
En una ocasión, un chaval de 14 años, herido de amor, fue a buscarse a si mismo en ese espejo, ya que conocía bien la leyenda. Tonterías, según sus conocidos.
El caso es que aquel muchacho no encontró nada allí. Ni conclusiones, ni soluciones... es lo que pasa con las leyendas, nunca son tan buenas como dicen. Así que, triste, el muchacho volvió a casa dejando una lágrima.
Esa lágrima se quedó en el espejo hasta pasar al otro lado, donde pronto se formó un hombre de hielo.
Esa es su historia, frío como la nieve, pero con las ganas de amar de su creador.
Aunque sienta ganas de ser abrazado, eso aumentaría su temperatura y moriría
Y esa es su vida incompleta, la leyenda de lo que las leyendas nunca contaron.
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