Espíritu de aventura

Así que cojo mis maletas y emprendo mi viaje.
¿Para qué engañarnos? mis únicas maletas son mis vacíos bolsillos, pero es demasiado bonito dejarse llevar por la aventura. "Mientras siga vivo, todo seguirá bien" me repito.
Saco mi billete de autobús y espero con impaciencia mirando a muchos sitios.
Hay un hombre que me mira con cara entre intriga y desprecio. Tal vez mi primera aventura sea cargármelo y escapar, o... Céntrate, el autobús espera y aún no sabes qué parada escoger.
El viaje transcurre lento y por las ventanas poco más a parte de campo se ve, la gente lleva caras largas y aquella señora de atrás no ha dejado de hablar por móvil desde que el autobús arrancó. Por cierto, aquí hace un calor mareante, pero se ve que al conductor le agrada... todos locos.
De pronto me despierto, el autobús está vacío y ya hemos pasado la última ciudad, levanto la cabeza y el conductor repara en mi existencia.
—Jooder, ¿otra vez uno de esos raritos?. Tranquilo, se dónde es—Me dice. ¿De qué habla este hombre?. Bueno, pues haber qué pasa ahora. Me acomodo en el asiento y retiro las babas resecas que hay por mi mejilla izquierda, debo haber babeado mientras dormía
Entra por un túnel iluminado por un montón de luces verdes y para el autobús al lado de una salida de emergencia bastante ruinosa, abre las compuertas y comprendo que ahí empieza la aventura de verdad, así que me bajo: el conductor cierra las puertas e inicia de nuevo su marcha.
Como primera brillante idea, se me ocurre acercarme a la puerta, poco después descubro un cartel en ella que dice: "Salida sin construir".
¡Y una mierda, a mi me han dejado aquí y aquí que entro!. Y, sin pensarlo dos veces, me armo de valor y me introduzco en su interior. Solo veo otra puerta de salida, así que entro y esta vez una luz procedente del interior me sorprende, pero se va volviendo más y has tenue hasta que...
¡No lo puedo creer, lo que estoy viendo es... MARAVILLOSO!